La segunda de las salsas no podía
ser otra que el tomate frito. Hay muchas formas de elaborarlo y ahora
distinguiremos entre tomate frito y salsa de tomate. Ambas parten de un
refrito de tomate en trozos, pimiento verde, pimiento rojo (opcional),
cebolla, ajo y una manzana (también opcional), aceite de oliva y sal. La
diferencia fundamental radica en el final del proceso de elaborado.
Mientras que el tomate frito, una vez cocinados todos los ingredientes,
lo pasamos por el pasapurés; la salsa de tomate la batimos en la
batidora. El resultado es bien diferente. Mientras que el tomate pasado
posee una textura más granulada y rojiza, el tomate batido tiene una
textura más suave y anaranjada. También el sabor es distinto.
Yo prefiero siempre pasar por la batidora todos los ingredientes y terminar elaborando salsa de tomate.
¿Por qué? Pues porque suelo usarlo, además de como tomate frito para
platos distintos, como refrito para muchas otras recetas. Es muy útil si
tienes que cocinar y tienes poco tiempo.
Mi pequeño truquillo: yo suelo incorporar siempre una manzana al refrito de tomate para rebajar la acidez.
¿Cómo quitar la acidez a esta salsa? Puedes
añadir una manzana, un trozo de pimiento rojo, una cucharada de azúcar o
una pastilla de edulcorante al refrito para restar acidez al tomate.
Y este es el resultado, espero que os guste:
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